Evolución de la productividad en España
El economista observador, José Carlos Díez, ha publicado un artículo analizando la
evolución de la productividad habida en España desde 1850, haciendo hincapié en
el siglo XX y lo que llevamos del XXI:
https://www.luafund.com/blog/evolucion-de-la-productividad-en-espana/
Mi comentario respuesta a su artículo es el siguiente (no he podido contestarle en su
blog porque me daba continuamente error por valor incorrecto de CAPTCHA):
Sr. Díez, como siempre, agradecido por sus opiniones y aportaciones, las cuales
siempre posibilitan aprender, debatir, o ambas cosas.
Hoy ha tratado el término/concepto productividad, que reúne simultáneamente un
absoluto y universal acuerdo sobre el deseo de incrementar la misma y, de ser
posible, en progresión geométrica, junto a un desacuerdo, también absoluto y por
mitades cualitativas aproximadas, cuando se baja al fondo de la cuestión, al qué y
cómo.
A lo largo de las últimas décadas, como bien ha expuesto, la productividad creció
notablemente en nuestro país, si bien lo hizo a costa del destrozo del mercado
laboral, con contratos basura, condiciones impresentables y salarios ridículos, es
decir a costa del empobrecimiento brutal de los asalariados.
Empresarios y empresas han vivido unas gloriosas décadas, de bonanza y
acumulación de beneficios, ampliando aún más si cabe la brutal desigualdad
existente en nuestro país.
Además, se ha dado, por acción indecente de los unos e inacción irresponsable
de los otros, un salvaje saqueo de los recursos públicos, condenando la sanidad
pública a una situación de absoluta incapacidad para responder a cualquier
emergencia sanitaria.
Es decir, la productividad creció ostensiblemente. Pero qué productividad?
De qué productividad hablamos?
Por qué tras varias décadas de bonanza empresarial, a costa de una brutal
pérdida de poder adquisitivo de los asalariados, mediando un cambio de
gobierno hacia la izquierda, la clase empresarial, representada por su presidente
Garamendi, no puede reprimir sus temores y afirma que
“los presupuestos sólo valen para un año, no para toda la legislatura”?
Por qué el mismo Garamendi aprovecha la misma declaración para pedir a este
Gobierno ayudas suficientes para mantener un tejido empresarial en situación
límite?
Por qué los neoliberales, que rechazan de plano la existencia del Estado, llevan
meses solicitando ayudas, a fondo perdido, para apuntalar la empresa?
Un ejemplo más de la cínica y real sentencia “privativar beneficios y socializar
pérdidas”?
En el día de hoy, se ha publicado en eldiario.es un artículo relativo al discurso
del presidente del Gobierno, Sr. Sánchez, ante la OCDE, del que la autora,
Irene Castro, ha entresacado a título de titular:
"Es hora de que las normativas laborales promuevan la productividad mediante
salarios justos, condiciones decentes y un diálogo social reforzado"
Pues sí, ya es hora.
Quiero terminar mi comentario con un inciso acerca de otro concepto que me
lleva soliviantando varias décadas, ya tengo muchas: salario medio.
Este concepto sirve para nada, nada indica y de nada es referencia útil.
Si una persona gana 500€/mes y otra gana, digamos por ejemplo,
500.000€/mes (serviría cualquier cifra similar o mayor), su salario medio es de
250.250€/mes.
Si al año siguiente, la primera persona ha tenido un aumento de sueldo y ya
gana 600€/mes (ojo, un +20%) y la otra pasa a ganar 520.000€/mes (+4%),
cuál ha sido la evolución del salario medio?
Qué indica, qué nos dice? Para qué sirve? Exactamente para nada, porque
nada refleja.
En mi opinión, debería reformularse este concepto estableciendo
tramos de salarios medios.
Doctores tiene la iglesia para definirlos, para establecerlos de forma coherente
y que realmente sean útiles, no un mero concepto teórico sin valor ni
relevancia alguna.
El análisis independiente de la situación y evolución de cada tramo sí sería
relevante, útil, y reflejaría claramente la realidad.
Después pueden hacerse comparaciones evolutivas entre diferentes tramos,
y también tendrían sentido y utilidad.
Un saludo y gracias
Nota adicional:
Esta mañana al despertar, he repasado mentalmente el presente comentario
publicado anoche, y me he llamado la atención a mí mismo al comprobar
que obvié un ejemplo paradigmático de lo que parte del tejido empresarial
mundial entiende por productividad:
Las residencias geriátricas.
En manos de fondos de inversión, en ellas se persigue la maximización del
beneficio, la mercantilización extrema, cuyos beneficios reales han quedado
al descubierto en la pandemia que nos asola, con una cuenta de resultados
de varias decenas de miles de ancianos fallecidos y de la forma más obscena.
Y, para poner la guinda perfecta, resulta que la mayoría de ellas reciben
fondos públicos, incluso a pesar de obtener pingües beneficios de la
explotación (sic) de nuestros mayores.
No olvidemos que detrás de estos fondos de inversión, verdaderos fondos
buitre, hay “personas” que toman decisiones.
La palabra más suave que se me ocurre para calificar ésto es
deshumanización.
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