HABLAR ESCRIBIENDO
2020/11/01
Escribir es una forma de hablar, sobre todo cuando no tienes con quién, pero también si
quieres pensar en 'voz' alta.
Desde hace ya unos años, el progreso -si se puede llamar así- tecnológico y social nos ha
llevado a la paradoja de tener la mayor comunicación de la historia como sociedad junto con
la mayor soledad como personas individuales.
Hoy es el Día de Todos los Santos, de los muertos, en un año de muerte, literal, el año de
una pandemia que, entre otras cosas, está sacando toda la podredumbre que tod@s y cada
un@ de nosotr@s albergamos en nuestro interior, y no precisamente recóndito, a juzgar por
lo fácil que ha salido y la medida sin límite en que lo ha hecho.
Las redes sociales han plasmado con extrema crudeza todas y cada una de las debilidades
y limitaciones de una sociedad pobre, muy pobre de espíritu, ahíta de egoísmo a ultranza, de
corporativismo indecente, de hipocresía y cinismo brutales, de coherencia inexistente, donde
se dice una cosa y la contraria sin un miserable pestañeo, donde se aplaude al colega aunque
diga el mayor disparate o salvajada escuchados, donde se habla con las vísceras, con las
tripas, sin razonamiento ni argumento algunos, donde sólo hay enemigos, no gente que piensa
diferente, y donde el lenguaje bélico se ha apoderado de cualquier forma de comunicación.
La información ha desaparecido del mapa, siendo sustituida por la soflama, por la propaganda
en el sentido más negativo del término.
Las mentiras, las medias verdades -qué grandes mentiras!!-, los bulos, se han apoderado de
cualquier intercambio, convirtiendo el derecho a una información veraz en un panfleto.
El cinismo alcanza tal punto y nivel que se llega a declarar la falta de prevalencia de la verdad
para defender la existencia de lo que llaman verdades alternativas.
Se utilizan las redes sociales -sobre todo, pero también cualquier otro medio-, para difundir
mensajes selectivos que repetidos sin cesar crean el caldo de cultivo necesario para
manipular pensamientos y tendencias, opiniones y actitudes, incluso acciones.
Mensajes disfrazados de realidad, de verdad disfrazada.
Mensajes efectistas, que van al núcleo, al corazón, de las necesidades y debilidades más
arraigadas en una masa social ávida de desahogo, de un objetivo al que dirigir sus
insatisfacciones, quejas y enojos.
Mensajes que provocan corrientes que empiezan en los grupos de whatsapp, continúan en
facebook, o viceversa, y acaban en una papeleta depositada en una urna.
Y, por ende, en la consecución de unos resultados electorales que pueden -de hecho lo hacen-
cambiar hasta extremos insospechados los equilibrios políticos existentes, provocando
consecuencias muy negativas para aquellos que los han encumbrado.
Algunos acaban dándose cuenta de su error, de que han sido manipulados, ya tarde.
Pero la gran mayoría son tan imbéciles (tonto o falto de inteligencia, según el Diccionario de
la RAE), tan faltos de criterio y de cerebro, que -a pesar de todo- siguen defendiendo su
torpeza.
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